Cuatro alemanes "bien picudos"



Daniel Hernández / @danherc

Esta historia de ficción ocurrió el viernes 21 de agosto frente a las instalaciones de AUDI

De repente escucho las palabras “espionaje corporativo”. En ese momento imagino que somos unos sujetos con todas las habilidades para infiltrarnos en la construcción, que contamos con relojes integrados con mini cámaras de alta resolución y cientos de artilugios tecnológicos. Me veo como un hacker capaz de burlar la seguridad informática para robar información confidencial.

Pero no, en realidad para cuatro alemanes y una chica, los “espías” –nosotros- tratábamos de despistarlos con disfraces que para nada llamarían la atención: periodistas. Aquellos enemigos habían sustituido las mini cámaras por un equipo profesional con un volumen de 50 centímetros, la cual necesita ser cargada al hombro para su operación, así como cámaras fotográficas con lentes intercambiables.

En lugar de aplicar las técnicas de infiltración para llegar a los lugares más secretos de la empresa, habíamos decidido irnos a más de 50 metros del búnker en donde se desarrolla un proyecto “ultra secreto”, la promesa de un gobierno para cambiar la historia del mundo y que de ser descubierto podría destruir la economía mundial.

El secreto es tan celosamente guardado que las cámaras de los teléfonos celulares de los empleados son tapadas con un dispositivo de seguridad de vanguardia, alta tecnología alemana: unas etiquetas compradas en alguna papelería.

En la lógica de los empleados de la firma transnacional, los espías –comparados con ninjas-, se acercaron a 50 metros del búnker resguardado con una malla ciclónica color verde y para lograr imágenes de alta precisión se subieron a un montículo de tierra. Peligrosamente desde ahí tomaron fotografías, lo cual pudo ser catastrófico, pero afortunadamente lograron impedirlo tras descubrir a los orquestadores del complot.

Como era de esperarse, a los espías se les revisaron las cámaras y las sospechas fueron confirmadas: había imágenes de la súper secreta malla ciclónica verde.

Ese día, 21 de agosto de 2015, los alemanes -sin saberlo- habían salvado a la humanidad, evitaron una catástrofe económica que pudo cambiar el curso de la historia y todo gracias a la sagacidad de cuatro hombres que descubrieron el complot internacional mientras regresaban de comer.



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